El duelo de perder un animal de compañía puede asemejarse al de un ser querido

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Nora, amante de los animales nos cuenta su experiencia ante la pérdida de perritos que han formado parte de su vida y su familia.

Morelia, Michoacán; a 09 de octubre de 2024.- El duelo por un animal de compañía se asemeja al de un ser querido; esto se debe a que, en muchas ocasiones, estos animales son considerados como un miembro más de la familia, esto según especialistas en psicología.

Pese a que en México se tiene una tradición de honrar a la muerte, hablar sobre ella puede generar incomodidad. El tema del duelo ya es delicado de por sí, y más aún cuando se trata del fallecimiento de un animal de compañía; Es habitual que se busque minimizar este dolor, dado que para muchos, un animal es visto como algo “reemplazable”.

Nora Guerrero, toda su vida ha tenido la compañía de perros y ella señala que la pérdida de una mascota puede ser algo muy doloroso.

“Cuando haces parte de tu vida a tus animalitos, claro que duele y claro que duele mucho y claro que los extrañas y vives tu duelo”, expresó.

A la edad de dos años, Nora recibió su primera perrita, llamándola Mole y quien la acompañó durante gran parte de su infancia.

“Era un perrito de raza pequeñez, se llamaba molécula, mi papá era químico y le dijeron molécula pro chiquita, pero le decíamos la mole; la mole me la regalaron cuando tenía dos años de edad y mutuo cuando yo estaba en tercero de prepa, o sea murió verdaderamente viejita”, dijo.

Actualmente, junto a su esposo tienen dos bellos perritos, Kukú de 11 años de edad y Lucas de 4 años.

“Cuando llega Kukú cachorra, Luna ya era una perrita adulta y la adoptó como si fuera su hija y entonces yo quería que se llamara luna en otro idioma, entonces empecé a buscar como se decía luna en varios idiomas, en Alemán, en Ruso y varios más y después busqué en dialectos y Kukú significa Luna en Náhuatl y entonces entendí la canción de Kukú cantaba la rana, la rana le cantaba a la luna”, contó.

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Lucas llegó a su vida de apenas 2 meses de edad y desde entonces ha alegrado la vida de su familia.

“Lucas llega a mi vida cuando muere luna, muere luna y Kukú se nos quedó muy triste, no quería comer, caminar y estaba deprimida porque se había ido su compañerita y yo le dije a mi esposo que le traemos un perrito y resulta que le traje un perro muy latoso y no supe si le terminé haciendo un favor o no, pero la regresó a la vida, a querer seguir viviendo”, explicó.

Los últimos dos caninos que Nora tuvo, decidió incinerarlos y comprar unas pequeñas urnas para tenerlas en su hogar.

“En algún momento cuando a mí se me ha ido, yo conozco gente que dice que no quiere volver a tener perros porque se sufre mucho cuando se mueren, pues sí se sufre, pero si ponemos en una balanza todo el amor, cariño y todas las carcajadas que te sacaron, contra esa parte del dolor cuando se van, pues la balanza se va para sellado de lo bonito”, dijo.

La pérdida de cada mascota puede generar un dolor diferente por el cariño y apego que se llega a tener por ellos, sin embargo, Nora mencionó que es parte de la vida y el darse la oportunidad de integrarlos de verdad a tu familia puede ser una experiencia muy grata e irremplazable.




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